Es más fácil sucumbir ante la masificación,
Ante las ideas superfluas sin dirección ni sentido,
Ante lo común, ante lo llano e imperfecto.
Tratar de mejorar, tratar de crecer, ¿Para qué?
Si ser mentirosos está de moda.
¿Para qué construir un futuro?
Si desperdiciar nuestro presente es el último grito poblacional.
Valoramos lo vil y banal…
¿Y qué pasa con lo verdaderamente importante?
Queda en la nada, queda desperdiciado…
Queda a la deriva de la mínima cantidad que intenta apoderarse de ello,
Que busca algo diferente,
Que no importando el precio a pagar, lucha por un ideal diseñado.
Lo trivial está en boca de todos…
Pero nadie es capaz de hablar de algo serio,
De algo sustancial.
Uno se queja de los oligárquicos,
Pero son los que se detuvieron a valorar lo valorable,
A encontrar lo aparentemente inencontrable,
A correr la milla extra cuando todos decidieron descansar.
Son ellos los que sacrifican momentos de despilfarro,
Por marcar la diferencia.
Por conseguir ese pequeño destello para llegar a donde buscan.
Y vamos…!!! Sería mejor dejar de quejarnos y empezar a hacer algo por cambiar.
Empezar a encontrar en cada minuto lo especial,
A alcanzar lo que queremos, y no decir que no podemos.
¿Quién nos pone límites?
Sino nosotros mismos.
¿Quién delimita hasta donde llegamos?
Llegamos hasta donde seamos capaces de ver,
Hasta donde decidamos ver.
¿Seguiremos dejando que otros decidan por nosotros nuestro futuro?
Yo creo que no….
Al menos, se que YO decido el mio.